Alberga una densa y variada masa forestal, donde resaltan los bosques mixtos, reflejo del cruce de influencias atlánticas y mediterráneas y los escarpes de conglomerados que sirven de refugio a una importante población de rapaces rupícolas y destacando especies de flora como la corona de rey o la oreja de oso.
En las solanas se desarrollan carrascales acompañados por boj y otras especies mediterráneas como tomillos o aliagas. En las umbrías surgen abetales y hayedos, mezclados con especies como tilos, serbales, tejos o álamos temblones. En las partes bajas se desarrollan extensos bosques de quejigo.
En estas masas forestales abundan especies de ungulados silvestres, como el corzo o el jabalí y especies de interés como la marta, el tejón, el lirón gris o varias especies de murciélagos cavernícolas y forestales. En hayedos y abetales aparecen especies como el pito negro, el agateador norteño, el piquituerto, mientras que en carrascales y quejigares son más comunes el arrendajo, el cuco, el autillo, el cárabo, el ratonero o el mirlo. En los cortados habitan aves como el quebrantahuesos, el alimoche, el águila real, el buitre leonado, el halcón peregrino o el cernícalo vulgar.
El Paisaje Protegido de San Juan de la Peña y Monte Oroel también ha tenido una fuerte influencia de la acción humana presente en actividades que continúan hasta nuestros días como el pastoreo y la ganadería extensiva.
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El Paisaje Protegido de San Juan de la Peña y Monte Oroel localiza al noroeste de la provincia de Huesca y destaca por ser uno de los ecosistemas aragoneses de media montaña más representativos, con una densa y variada masa forestal, donde resaltan los bosques mixtos, reflejo del cruce de influencias atlánticas y mediterráneas y los escarpes de conglomerados que sirven de refugio a una importante población de rapaces rupícolas. Este conjunto natural e histórico- artístico, presenta una marcada espiritualidad reforzada por la presencia del Monasterio, algunas ermitas aledañas y la proximidad de uno de los trazados del Camino de Santiago.
A estos valores naturales se le suma la existencia de uno de los monasterios más importantes de la Alta Edad Media, y primer panteón real de Aragón, el Monasterio de San Juan de la Peña. Ubicado bajo un enorme escarpe pétreo, de este destaca su magnífico claustro románico y el panteón real. Tras su incendio en 1675, se construyó en la Pradera de San Indalecio el Monasterio Nuevo.