El pasado 11 de agosto, desde el Centro de Visitantes de Añón del Parque Natural del Moncayo se realizó una ruta guiada por el Barranco de Horcajuelo. Una ruta muy especial para el pueblo.
Puntales como relojes a las 10.15 de la mañana cerca de 15 participantes se dieron cita en el Centro de Visitantes de Añon, para compartir una mañana diferente y singular. Esta vez con la presencia de Flabiano, el último pastor de Añón. Con su presencia la visita tomo un carácter especial, pues nos contó a lo largo del camino las mil y una vivencias y anécdotas vividas a lo
largo de sus años como pastor.
Desde el Centro nos desplazamos en coches particulares hasta el inicio del sendero, del barranco de Horcacuejo. Choca ver una “pista asfaltada” nada más bajar del coche. Pero la educadora ambiental, ante las miradas atónitas de los participantes explica que lo que estamos viendo es un sendero accesible para el ocio y disfrute de las personas con movilidad reducida.
Nos explica que un espacio Natural Protegido, se apoya en tres pilares fundamentales: La Gestión, la Conservación y el Uso Público. Teniendo en cuenta estas tres líneas el Parque Natural del Moncayo adecua y busca un Parque para tod@s.
Sin duda, tras las explicaciones cambia la visión, y con otra perspectiva, los participantes comienzan la ruta bajo el ritmo de Flabiano, el último pastor.
La senda discurre entre vegetación mediterránea, mezclado con vegetación típica de ribera, como las mimbreras. Esta es una de las rutas más bonitas del Moncayo que conduce hasta los prados de la base del pico Morrón. Los participantes asciende sin dificultad pues la ascensión se realiza de una manera constante y moreda. Eso si, el hecho de tener que cruzar el río varias veces pone a prueba el equilibrio de más de uno.
Hacemos un alto en el camino, una cabaña de pastor junto a unos corrales construidos de muro seco, tan apenas visibles por la vegetación Flabiano, nos explica la función de refugio y abrigo de estas construcciones que hacían ellos mismo en lugares estratégicos y al resguardo.
Estos yermos campos, nos dan la pista que hace tiempo no pasa ganado. Flabiano nos cuentan como las ovejas a su paso mantenían a ras la hierba.
Paso a paso, llegamos al entorno de los Torreones… algún participante pronuncia en voz alta “ parece el cañón del colorado”. El color rojizo de la roca nos recuerda a esos paisajes. Sin duda es espectacular.
Ascendemos un poquito mas y realizamos un alto en el camino, que como buenos pastores recuperamos fuerzas con productos de la huerta, chorizo, queso, jamón y un poco de pan. Mientras tanto seguimos escuchando embelesados las vivencias de Flabiano estos
lares.
Como por obra de magia… la educadora ambiental saca de la mochila lana de oveja, ante la mirada atónita de todos los participantes nos enseña a esmocharla e hilarla para crear ovillos de lana. Un momento mágico y muy divertido.
Y así reviviendo un oficio que se está perdiendo, emprendemos el camino de vuelta con la sensación de a ver
vivido por unos horas, emociones, sentimiento y saberes del medio.